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Simone Corvatta

ROLLITOS DE CALABACÍN

Actualizado: 7 may 2021

¿Cuántas veces volviendo a casa con el hambre que pica a la puerta y unos invitados de último momento no tenéis ni idea de lo que podéis poner sobre la mesa para deleitar al uno y apaciguar a la otra?

Pues, aquí estáis en la sección ideal.

Entre muchas de las muchas y aún más recetas que por ahí andan sobre esta combinación que empezamos a proponeros, os vamos a presentar una que sencilla se presenta, muy gustosa y ¿ojo!, para quién la prueba luego no puede que repetirla.


Así que preparaos bien para este breve viaje en la preparación de un manjar tan lindo como gustoso. Podréis encontrar sin duda alguna muchas variantes de esta receta, y la que nosotros os proponemos es una que combina la frescura de un producto genuino y de temporada con una de las tradiciones más típicas del norte y aquella entre las más excelentes del sur de Italia.

El Speck tenemos por un lado, típico del Alto Adige, en Trentino (la región entre las Alpes centrales y orientales), un jamón con proceso de fumigado en frío, que deja al paladar este toque tan gustos de madera junto al especiado muy agradable de la pimienta negra; la Scamorza tenemos por otro, un queso que remonta sus orígenes a la época de los griegos cuando llegaron al sur de Italia, su peculiaridad consiste en que su conservación se realiza colgando la forma de queso por un lazo como fuera una tetilla y el ahumado de paja húmeda.

Tenemos entonces un plato más bien completo, que seguramente se presentará en vuestra mesa con la gracia de su elegancia y la estructura versátil de lo que puede ser servido come entrante o plato único.


INGREDIENTES


2 calabacines

50g de speck

60g de scamorza laminada

1 huevo

Pan rallado

Palillos de pincho





PREPARACIÓN

Afilar bien los cuchillos es la cosa más fundamental antes de empezar nuestra labor. Procuremos un cuchillo bien cortante juntos con otros para pasarles las lamas una sobre otra y estregándolas repetidamente.

Probemos la hoja con la delicadez de nuestro pulgar y cogemos finalmente un buen calabacín de mediano tamaño.

Para esta operación aconsejable sería un calabacín sin demasiada curvatura, pero madre naturaleza siempre es más sabia que nosotros, así que, en falta de esta, haremos de la necesidad una virtud y trabajaremos bien igualmente el producto que tenemos entre mano.

Cortemos pues el calabacín en el medio por el sentido longitudinal, y procuremos de lonchearlo con un espesor entre los 4 y los 6 mm.

No pasa nada si alguna parte nos sobresale un poco más del resto una vez cortada que la tenemos, pero eso significa que trabajaremos con más cuidados en la fase posterior.



Cuando tengamos nuestras lonchas bien laminadas, calentamos una plancha o una sartén con llama media.

Echemos un poco de aceite encima y cuando la temperatura alcance un grado que, poniendo nuestra mano a tres centímetros de ella notamos que ya nos quema, entonces vamos disponiéndola como mejor se ajuste al espacio que tenemos.

La primera tirada tenderá siempre a pegarse un poquitín, por eso, con la ayuda de una espátula o simplemente de un tenedor, vamos a levantarlas un poco para evitar que esto ocurra.

Si anteriormente el corte de las láminas no había salido perfecto con partes más gorditas respecto al resto, es allí que tenemos que prestar más atención yendo a aplastar un poco un poco con la ayuda del tenedor de antes estos grosores que se sobresalen.

Mientras los calabacines fríen un poco le echamos un hilillo de buen aceite encima y las salamos todas al gusto.

Cuando veamos que la parte de abajo empieza a churrasquearse les damos vuelta y con el tenedor vamos aplastando aquellas partes más gorditas.

Las láminas estarán listas en el momento que también el otro lado asumirá el churruscado de la primera.




Entonces las vamos disponiendo en una tabla bien en fila y las dejamos enfriar unos minutos.

El tiempo en que, si tenemos cortadoras vamos laminando nuestro speck y nuestra scamorza o, si ya los tenemos laminado, con el cuchillo vamos dándole el tamaño del grosor igual que aquello de los calabacines.

Lo importante es que ni el uno ni el otro sobresalgan demasiado del grosor de las láminas planchadas.

En este punto vamos colocando primero el speck y luego la scamorza.

Una vez arreglado el relleno a cada lamina las vamos enrollando y, con la ayuda de un palillo la fijamos así que mantenga la forma del rollito.



Si queremos procurar una cantidad para más días, guardando en nevera los rollitos a

esta altura de la preparación, podrán mantenerse en la nevera durante unos días. Porque pasando a la fase siguiente, es aconsejable, por el buen resultado y gusto, que sea cocinado y servido inmediatamente a la mesa.

Pues si decidimos que es este el momento de comerlos ya, entonces en un plato vamos batiendo un huevo y en otro le echamos pan rallado.

Agarrándolos por los palillos cogemos nuestros rollitos y los pasamos para bien adentro del huevo batido procurando sobre todo que se agarre en los costados.

Hecho esto los pasamos inmediatamente en el pan rallado, y con los dedos nos aseguramos que cada parte que había chupado el huevo se recubra por completo de pan rallado.

Cuando, pasando a revisión nuestra obra así de bonita, notemos que toda la superficie se queda seca al tato, entonces los disponemos en una fuente lista para entra en el horno.



Precalentemos el horno a 200º y metemos nuestra bandejita bien predispuesta.

Si posible, mejor siempre disponer cada rollito con un mínimo de espacio entre uno y otro.

Más espacio dejaremos más se cocinará bien en todas partes.

Lo que tiene que cocinarse es el empanado, porque nuestro rollito, así como está, con solo calabacín, speck y scamorza puede ser consumido tranquilamente.

Aquí entra el gusto de cada uno, entonces dejaremos los rollitos en el horno el tiempo suficiente para que se churrasquee el empanado.

Para los más puritanos y perfeccionistas del proceso, una vez que veamos la doradura coger una tonalidad que nos convenzca podemos sacar la bandeja y dar la vuelta a todos.

Los rollitos pueden quedarse en el horno todo el tiempo que queráis, la ventaja es que siempre nos dará mucho margen antes que sequen, pero el consejo que os damos es que cuando el primer queso fundiéndose empiece a salir derramándose por la bandeja, este es el momento para sacar el todo al punto.

Con la ayuda de un tenedor lo vamos disponiendo en un plato de la forma que más nos agrade y guste, y una vez puesto en la mesa, o con la ayuda de un tenedor y cuchillo, o simplemente agarrándolo por su palillo, vamos a meterle caña que el estómago ya no espera.





¡Buon Appetito!

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